Es lo que tiene sentarse frente al blog en horas de oficina y con la oreja detrás de la mosca para actualizarlo y al tiempo no perder bola de las tareas del día.
El caso es que todo el rollo de la entrada anterior sobre el cuplé tenía como razón de ser una anécdota con mi abuela.
Últimamente ha estado pachucha y convaleciente, por lo que ha habido que hacer esfuerzos telefónicos para conseguir tener temas de conversación comunes. Teniendo en cuenta que la señora es ortodoxa católica (sí, existen) aseguro que no es tarea fácil. En general hablamos mucho de recetas, comida tradicional, comida new age y algún pequeño cotilleo familiar del tipo alguna de tus primas vuelve a estar embarazada.
Así que el otro día, después de media hora de conversación sobre leche de soja, de cabra y de avena y con el Youtube frente a mí abierto se me ocurrió comentarle mi reciente obsesión con Olga Ramos. A lo que la buena mujer me respondió:
- Pero esa era prostituta (y reflexionando sobre que ese no iba a ser el tipo de comentario que yo aprobaría, añadió),... o por lo menos fácil.
Qué grande el salto generacional y qué grande mi abuela.
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