Una de las cosas que me apasionan de trabajar pegado al mundo 2.0 es la rapidez con la que la información fluye a mi alrededor. Para mí, que vivo inmerso en esta locura porque me da la gana, un periódico de esta mañana no tiene vigencia a las siete de la tarde.
Es por eso que haciendo un seguimiento de cómo van las cosas con la huelga de metro vía Twitter, Facebook y prensa digital me he dado cuenta de una (otra) herencia que este periodismo conserva absurdamente del periodismo tradicional.
Según la estructura clásica, después de Titular y subtítulo se intropducen en una línea LUGAR/AUTOR/FECHA sin embargo tal como consumimos la información falta un dato esencial: la hora de actualización.
Desde algo tan banal como un partido del Mundial hasta una negociación sindical es imprencindible para el lector saber que lo que lee sigue vigente.
Y para ser una mini-refexión ya me ha quedado muy larga.
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