20/12/10

Teatro-terrorismo.

Mientras soportoba algunos de los momentos más tediosos de Degustación de Titus Andrónicus (post) se me pasó por la cabeza una idea.

Mientras, mi enfado iba en aumento. Enfado por Shakespeare. Enfado por mi dinero, el de mis impuestos y el de mi entrada, que dos veces me cobran. Enfado por la cantidad de buenos profesionales que no encuentran su lugar en esta profesión endógamica.

Y quería gritar. Alzar la voz en medio del público estupidificado y decirles a los actores que no estaban teniendo respeto por su trabajo, por nosotros.

Primero pensé en un súperhéroe que nos salvase de la mediocridad diciendo a las claras que el teatro madrileño está muerto, después, recordé esto:

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