10/1/11

Recesende. 42.8938391,-7.3150777

Right in the middle of nowhere.


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De allí vengo. En sentido literal (he estado en Navidades) y heráldico. La familia Caloto tenía una historia que limpiar y todos los que "algo tocamos na familia" debíamos rendir pleitesia navideña a la solución de un trauma que comenzaba a enquistarse en la tercera generación. Por fin la casa familiar, en el centro de la aldea y del siglo XIX, era abandonada por un chalecito en las afueras (vamos, 500 metros más allá).




No entraré en muchos detalles sólo explicar que, hasta que empezó este invierno, mi abuela y dos de sus siete hijos (señores de cincuenta) vivían en una caseron de piedra que llevaba desde que recuerdo amenazando ruina y re-remendándose. Un lugar al que el cuarto de baño llegó cuando yo ya vivía en Madrid (es decir, siglo XXI) y del que se ha dicho, como casa "da familia" que es, que debía ser conservada por el mayorazgo, que un hostal rural, que cambiar la distribución y vivir en las cuadras (sic)... hasta que el invierno pasado mi padrino (uno de los señores de cincuenta) comenzó a tabicar una estructura que llevaba construida desde que recuerdo, siempre esperando el momento propicio para convertirse en una casa.









Algo tan fácil como levantar paredes en una estructura ya construida (dos décadas atrás) ha supuesto una revolución familiar en la que, por primera vez en años, los siete hermanos, primos, conyuges y demás se juntaron a celebrar algo.


Se comió cocido regado con Moët Chandon y así, de un golpe involuntario, ese lugar en medio de la nada se convirtió en el mejor ejemplo de globalidad posible.











La casa de toda la vida ha adquirido ahora un nuevo estatus digno de una excursión (500 metros, repito). Así que me cogí a mis primas adolescentes y me las llevé "á casa vella". No es que tengan el mismo interés que yo en la historia familiar, es que no todo el mundo sabe que fuman...









A LAVANDEIRA era, hasta hace unos meses, la entrada al pueblo y el lugar donde las mujeres lavan (presente de indicativo) las vísceras en la matanza. También fue mi piscina varios veranos. Y un abrevadero.











Complicada fotografía en la que se puede apreciar al tiempo la principal vía de acceso a la aldea y la distancia desde la casa de mi abuela (posición del fotógrafo, en la finca A Peza) y A Lavandeira, inicio oficial de la aldea. (500 metros es mucho ¿no?)














El baño, la parte más joven de la casa más vieja. Entre la despensa y la cuadra.

















La cocina. Económica. Ecológica. De leña. Con tele de plasma. La estantería esquinera la sujetaba.




















El dormitorio principal. Donde mi abuela me metía de peque cuando me entraban miedos nocturnos.










Y como despedida, en medio de toda esa vida abandonada por otra mejor, una rama de laurel sobre la puerta de la despensa, recibiendo al visitante furtivo nada más entrar a la casa, como si en cualquier momento alguien pudiera encende-lo lume y ponerse a hacer un caldo.




PS: La abuela de este post no es la Abuela Psicalíptica, sino la otra. Y aprovecho que hablo de ella para invitaros a que le déis un voto aquí. La foto la sacó mi madre y creo que no puede ser más adecuada al tema del concurso.

2 comentarios:

  1. En mi casa sigue habiendo ramas de laurel durante los meses que rodean al domingo de ramos ("loureiro" soa moito mellor). Un día deberíamos hablar de los nombres no escritos de las zonas de un pueblo :)

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  2. Claro! De semana santa! por eso está ahí esa rama! Mi falta de tradición católica me ha delatado!! Y sí, LOUREIRO. Aparta loureiro verde deixa clarexar á lúa...

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